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Archive for the ‘Comunidad de Prim’ Category

Queridos amigos:
Otra vez quiero comunicarme con vosotros. Al escribiros
estas letras voy repasando vuestros rostros y me imagino
que estoy hablando con cada uno, como lo hemos hecho
durante tantos años en nuestra casa de la calle Prim. Para
mí es un ejercicio revitalizador y que me hace remotivar mi
razón de ser como cristiano y como sacerdote.
El impulso a ponerme a escribir me lo ha brindado una
conversación que he tenido hace unos días con una persona a
quien yo quiero mucho y que está relacionada con Prim por
múltiples lazos familiares. Nos enrollamos por teléfono y
entre las cosas de que hablamos se me quedó grabada una
frase que se le deslizó y a la que yo entonces no le presté
mucha atención. Sin embargo, durante algunos días la frase
me seguía golpeteando insistentemente:
«En tu última carta se notaba un transfondo de profunda
tristeza en relación a Prim».
Es curioso, la frase que me seguía hurgando en mi
interior no me empujó a releer mi carta anterior, para
verificar si efectivamente en ella se podía descubrir este
transfondo de tristeza, sino que me impulsó directamente a
reflexionar si a lo largo de mi vida ha habido siempre un
trasunto de nostalgia y de tristeza. Recuerdo que hace
tiempo, Enrique Fombella me había dicho algo parecido.
Poco a poco he ido descubriendo que, efectivamente, esto ha
sido así, especialmente desde que soy sacerdote.
Últimamente he visto nítidamente que tenía que ser así, si
me sumerjo en la realidad existencial de sacerdote educador
en la que Dios ha querido colocarme.

Para seguir leyendo: 8abril1996.pdf

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Una de las taras que he podido observar en la última
etapa de mi acción pastoral con jóvenes universitarios,
aunque también estaba presente en otras épocas, es lo que
yo me atrevería a denominar «personalidades
esquizotímicas», «microcardíacas» o simplemente «niños
autistas» creciditos en años.
Son personas que no saben transcender de su concha
individualista, centrados en sí mismos y que están
incapacitados para el amor concreto, ya sea para amar a
alguien o para descubrir el amor que se les tiene. Estas
personas son frágiles y vulnerables. Sus reacciones
defensivas son muy peligrosas: pueden llegar hasta la
violencia. Esta enfermedad es una psico-pandemia contra la
que hay que luchar, descubriéndola a tiempo, como el
cáncer.
Por todo esto me atrevería a afirmar que la pregunta
que a veces nos hacemos: «¿qué ha sido para tí la
experiencia de Prim?», puede ser un magnífico test
proyectívo psicológico. Se podría afirmar: «dime tu
respuesta y te diré quién eres».
Quien ve en la experiencia pasada en la comunidad de
Prim solamente un lugar donde unas personas se han
encontrado y han intercambiado ideas y no ha descubierto el
amor que se les ha ofrecido, tiene que revisar su saber
mirar la propia historia y la misma realidad.

Para seguir leyendo: 15feb96.pdf

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