Una de las taras que he podido observar en la última
etapa de mi acción pastoral con jóvenes universitarios,
aunque también estaba presente en otras épocas, es lo que
yo me atrevería a denominar «personalidades
esquizotímicas», «microcardíacas» o simplemente «niños
autistas» creciditos en años.
Son personas que no saben transcender de su concha
individualista, centrados en sí mismos y que están
incapacitados para el amor concreto, ya sea para amar a
alguien o para descubrir el amor que se les tiene. Estas
personas son frágiles y vulnerables. Sus reacciones
defensivas son muy peligrosas: pueden llegar hasta la
violencia. Esta enfermedad es una psico-pandemia contra la
que hay que luchar, descubriéndola a tiempo, como el
cáncer.
Por todo esto me atrevería a afirmar que la pregunta
que a veces nos hacemos: «¿qué ha sido para tí la
experiencia de Prim?», puede ser un magnífico test
proyectívo psicológico. Se podría afirmar: «dime tu
respuesta y te diré quién eres».
Quien ve en la experiencia pasada en la comunidad de
Prim solamente un lugar donde unas personas se han
encontrado y han intercambiado ideas y no ha descubierto el
amor que se les ha ofrecido, tiene que revisar su saber
mirar la propia historia y la misma realidad.
Para seguir leyendo: 15feb96.pdf
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